El fin de semana vi (con la mejor compañía) el más reciente filme de El Negro, Alejandro González Iñárritu: “Biutiful”, protagonizada por el experto en personajes desahuciados: Javier Bardem, a quien ya antes habíamos visto realizando un papel de enfermo terminal (Mar Adentro).
En un principio uno no sabe de qué va el filme; vemos a Uxbal (Bardem) platicar con los muertos y a quienes ellos, los difuntos, parecen enviarle mensajes. Poco después se le ve entregando muestras de orina en una clínica, para más tarde acudir al encuentro con sus dos hijos en una pobre y descuidada vivienda.
No podría decir que la película es fantástica (debido a que su protagonista, Uxbal, conversa con los difuntos), o que sea hiperrealista (por la angustia existencial que le produce su lenta agonía) debido a que aborda los sinsabores de una enfermedad.
Pero hay algo que es patente, el humanismo de la película, particularmente el de la familia disfuncional, que a los conflictos de una separación (entre el padre y sus hijos y la madre) añade un toque de patetismo a través de la miseria compartida de un mundo cruel, en el que prevalece la esclavitud, la corrupción y otros males sociales.
Pero hay algo que es patente, el humanismo de la película, particularmente el de la familia disfuncional, que a los conflictos de una separación (entre el padre y sus hijos y la madre) añade un toque de patetismo a través de la miseria compartida de un mundo cruel, en el que prevalece la esclavitud, la corrupción y otros males sociales.
Desde un principio Bardem luce con una apariencia desaliñada, pero conforme evoluciona el filme y el cáncer --que ha hecho su metástasis cundiendo desde la próstata hasta huesos e higado-- éste va perdiendo la vitalidad hasta quedar convertido en la sombra del hombre que fue, que se resiste a morir, aferrado, no a la vida, sino al porvenir de sus dos hijos, quienes quedarán a la deriva, al "cuidado del universo", una vez que él muera.
Antes de morir intenta un reencuentro con su antigua pareja, Marambra (Maricel Álvarez), madre de sus dos hijos, y como en la vida real, sus intentos difícilmente llegan a buen puerto; ambos están perdidos en su laberinto de soledad; él intentando sobrevivir a la enfermedad, y ella a una adicción no superada que la mantiene alejada de sus hijos.
En pocas palabras, diría que Biutiful evoca la belleza de la vida que se escribe como suena, fácil, sin complicaciones, lo que en apariencia es contrario a lo que experimenta Javier Bardem, quien batalla para poder irse en paz.
En pocas palabras, diría que Biutiful evoca la belleza de la vida que se escribe como suena, fácil, sin complicaciones, lo que en apariencia es contrario a lo que experimenta Javier Bardem, quien batalla para poder irse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario