lunes, 13 de diciembre de 2010

Acercando la muerte; los olvidados de siempre

Mirar a púberes que sonríen felices bañados de sadismo cada que acercan a la muerte a una persona, escuchar a un pobre escuincle que bajo su torpeza confiesa haber matado a cuatro, degollándolos, o saber que el asesino no teme por su castigo compone el imaginario del criminal que rebela las carencias, las miserias de la sociedad que somos. Nuestro Ponchis actual es el Jaibo de Buñuel. Nuestros niños sicarios son Los olvidados de los cincuenta.

Fragmento del texto:

Los olvidados: Deseos de crimen en la niñez 

publicado en Milenio

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