miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cine, algo que aportar


No quisiera hacer el típico comentario amargoso, pero hoy, como otras veces, quise hablar de alguna buena cinta que estuviera actualmente en cartelera exhibiéndose en los cines de la ciudad, pero una vez más, como sucede a menudo, ello resulta difícil, dada la falta de propuestas.

Es habitual encontrar la cartelera atestada de productos cinematográficos de dudosa calidad. Y es que, como en la comida, el arte —y por ende la cinematografía— aporta valores nutricionales para el intelecto y la parte emocional de los individuos.

Es por eso que no me motiva hacer  alusión alguna a filmes como los de Harry Poter, Narnia, Enredados o SkyLine, por hablar de algunas de las cintas que hoy día saturan las salas de Cinemex, Cinepolis, o los Cinemas Lumiere, con lo que se perpetúa la mala costumbre de consumir sólo historias light, pasteurizadas de todo vestigio que implique escarbar en la conciencia del Ser.

Incluso, me he encontrado con quienes consideran ofensivo que una película muestre en el cine (sobre todo cuando se está con los nachos, papas fritas y refrescos de proporciones considerables) aspectos cotidianos de un enfermo de cáncer (Biutiful) o algún denso drama humano.

La gente dice: “yo voy al cine para entretenerme no para afligirme”, su hepidermis se ha vuelto sensible, casi alérgica a cualquier aspecto que les recuerdo su condición vulnerable y finita, con lo que se magnifica el triunfo de las historias basura. 

Es por ello que prefiero alejarme de ese circuito para adentrarme en otros tipos de cinematografías, alejadas del dogma hollywoodense, que aporten a mi espíritu en lugar de  llenar de balazos y explosiones sazonadas con diálogos tan insulsos como acartonadosel vacío de una vida alejada del pensamiento.

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