Una canción potente con un mensaje claridoso: el enamorado no debe "sonrojarse"
por sentir lo que siente.
Ya lo dijo Platón, retomando a Sócrates, en El Banquete:
en el corazón del enamorado sopla un halo divino.
Con dedicatoria especial para todas aquellas castigadoras del mundo mundial
cuya belleza provoca
(en los incautos)
desconciertos que lindan lo sublime lo ridículo y lo banal.
1 comentario:
... y olé!!
Publicar un comentario