lunes, 24 de mayo de 2010

Cupaima

Estaban en ese gran restaurante, al aire libre, con mesas bajas rodeadas de plantas, la gente platicando unos con otros, conocidos y desconocidos se mezclaban se mezclaban en lo que pintaba como armónica convivencia. en punto de las 2 am se fueron juntos

ella traía un vestido corto, una blusa roja y unas botas estilo norteño con dibujos en hilos de colores bordados a los costados, como una ranchera citadina, como una ranchera hippychic

hacía años que no se veían. Entraron a su casa; era grande, de estilo antiguo y techos altos, llena de macetas de barro de todos tamaños con flores y plantas. Un pequeño perro negro y alargado salió a recibirlos.

Pocas cosas habían cambiado, seguía siendo vegetariana .

sentados en sillas de estilo rústico encendieron cigarrillos y conversaron pausadamente, tranquilos, como si la intimidad nunca se hubiera perdido, como si todos los años pasados hubieran sido una pausa, una paréntesis en su relación.

En un momento sale del comerdor y se dirige al baño donde orina con a puerta abierta mientras continuan conversando 



ella le dijo: ps no tengo otra cama;  y por ende debían dormir juntos

así lo hicieron, y tras breves y mustios minutos, besos y caricias tan tímidas como etílicas se sucedieron hasta culminar en un profundo sueño.

al despertar, a la mañana siguiente, hacía mucho calor, el sol entraba por la puerta abierta que daba al patio.

se levantó / preparó café / quisó leer y no pudo / se metió a la regadera y se dio una ducha con agua fría.

al salir volvió a preparar café, ella se levantó, lavó un poco de ropa y después se dio un baño.

había un plan, ir a unas aguas termales ubicadas a un hora de camino, sin embargo una cita con un posible comprador de una máquina de costura fue retrasando las cosas, sin que ello representara algún contratiempo, pues entremientras desayunaron fruta, jugo de naranja y fumaron faritos.

y aunque habían intimado, esa confianza no se reflejaba en el trato, que seguía siendo reservado; las palabras de amor y las caricias habían quedado de lado, en el recuerdo de los viejos tiempos.

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