Estoy en mi trabajo. Es un microcosmos repleto de personalidades sui generis. Mientras escribo esto, se acerca Marbella, una compañera que usa mucho perfume. Cuando ella entra a la redacción del periódico, es fácil detectarlo. Su perfume huele muy mal.
A lado de mi lugar se sienta Ricardo. De complexión robusta, su edad ronda las cincuenta primaveras. Él disfruta usando frases canallezcas. Sucede que en ocasiones tengo que pedirle que me explique qué quizo decir con tal o cual expresión. Pongámos un ejemplo. Para referirse a las muy anchas caderas de alguna chica utiliza frases como "Tambo frijolero" o aplica apodos como La Poderosa. Uff, qué tipo. De naturaleza dicharachera, todo el tiempo sonríe con cara de satisfacción. Hay días que quisiera no escucharlo.
Resulta que este excéntrico personaje casi a diario sale del periódico a comprar un pan en forma de sorbete, relleno de crema pastelera. En ocasiones le he acompañado, y por increible que parezca, cada vez que se planta en la panificadora pregunta al empleado en turno cómo se llama el pastelillo que pide, señalandolo del mostrador.
—Se llama Cono —le respondía el panadero con una voz monótona que reflejaba su fastidio. Al principio creí que hacía esto para jugarle una pasada al empleado, pero me equivocaba. Platicando con Ricardo salió a relucir que desde que trabajaba en otro periódico tenía la arraigada costumbre de comprar este tipo de cucuruchos, a los que él llama atinadamente Nariz, pues dice que tienen forma de cornete relleno de mocos. Lo cual es verdad. Lo que no alcanzo a comprender es cómo es posible que todos los días se le antoje algo así...
Kimmy
Hace 9 años
2 comentarios:
me gusta.
jajaja, me gustó. A mi me gusta ese pan y todos los que tengan crema pastelera mmmmmmmm....
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