miércoles, 29 de octubre de 2008
salut!
Veneno
viernes, 17 de octubre de 2008
Dolorrrrr
miércoles, 15 de octubre de 2008
Hermano lobo
martes, 14 de octubre de 2008
Qué me ves???
Hay les dejo, queridos dos lectores, esta foto. La tomé en Pahuatlán, un pequeño poblado en la Sierra Norte de Puebla, donde leí el Quijote.
--o0o--
Difícilmente
viernes, 10 de octubre de 2008
De fariseismos y tiros por la culata
"Detrás de cualquier fortuna siempre hay un crimen".
Honoré de Balzac
Esta entrada es para denunciarme: Soy un fariseo.
-¿Que qué es la honestidad?
No sé, concibo distintos tipos. Veamos:
Si el que despacha la gasolina te da cambio de más hay de dos sopas:
1) Te haces tigre y te vas como si nada.
2) Le dices que te dio de más y se lo devuelves.
Seguramente muchos se lo quedarían y otros tantos lo devolverían. Un amigo hoy me contaba que se encontró una laptop, y que tras cavilar sesudamente qué hacer con ella, si buscar a su dueño o hacerse el desentendido para luego venderla y comprarse ropa, decidió lo primero; y no tanto por honesto sino por dejar de estresarse por tomar tan complicada decisión. Buscó al dueño (que resultó ser dueña), lo encontró, le entregó su compu y regresó a su casa un tanto frustrado, pues consideró que tan honesta hazaña sería gratificada generosamente ($$$). Lo cual no sucedió.
Pero pongamos otro caso donde podamos probar la honestidad: Comprar productos "piratas". Habrá quienes aleguen la deshonestidad de adquirir algo que no está pagando derechos de autor. Sin embargo, hay quienes pensamos que la cultura es un bien público (benditas sean las Creative Commons!!!) y no debe ser tratada como mercancía, sin tomar en cuenta los precios de atraco de los cds y los dvds originales y la calidad cada vez mejor de los "clones".
Entonces, lo que para unos está mal para otros no tiene ninguna implicación negativa, pues honestamente dentro de su fuero interno no consideran que le hallan robado o hecho daño a nadie.
Días atrás me pagaron un dinero por una chamba que realicé ¡¡¡ hace más de 4 meses !!! Y el trabajo no fue tanto hacer la labor que me encomendaron como cobrar por ella, es decir, me traían a vuelta y vuelta: "háblanos mañana, el lic. ya se fue, que está en junta, ya la próxima semana sale tu cheque, ahorita no te puede tomar la llamada", y un largo etcétera de justificaciones y artimañas para jinetearme mi lana.
El punto es que cuando por fin me pagaron me dieron dinero de más. Y yo me quedé pensando: "Lo devuelvo o no", "Les digo o no". Y la verdad es que opté por quedármelo, y hasta el momento no siento ningún remordimiento. Si acaso los primeros días tenía temor de que hicieran sus cuentas y quedara desenmascarada su estupidez (pues conste que ellos hicieron sus cuentas, no yo) y me dijeran algo, lo cual no pasó.
Ahora, el meollo de este asunto no es jactarme de lo anterior, tan sólo dejar testimonio de que la sociedad actual no está diseñada para ser honrado.
Lamentabilísimamente hay lobos y vivales por todos lados esperando el momento justo para chingarnos. El más grande y mundial ejemplo de ello es la estrepitosa caída de Wall Street que trae al mundo vuelto de cabeza.
La rapacidad de los banqueros quebró al propio sistema. Y jinetearme mi lana provocó que yo decidiera no devolverles la suya a los empresarios ojarris que me contrataron. Luego entonces me digo, hubiera sido un tarado si les devuelvo sus dineros a estos gangsters que jugaron conmigo, me hicieron gastar en llamadas y perder el tiempo.
Epílogo.
El punto de todo lo anterior es que fue así como pude comprobar que ser honesto no es compatible con la sociedad actual. Aunque ojo: si alguien tiene contemplado ser rapaz, fíjese bien, no vaya a ser que le salga EL TIRO POR LA CULATA!!!
jueves, 9 de octubre de 2008
Un lenguaje florido
miércoles, 8 de octubre de 2008
Una obviedad
Encuentro inopinado
lunes, 6 de octubre de 2008
Difícil dilema existencial
domingo, 5 de octubre de 2008
Réquiem por un elefante
En una sorprendente escena que recuerda al infumable Jodorowsky, la madrugada del 23 de septiembre murió Indra, un paquidermo con más de 40 años escapado del Circo Unión, al intentar cruzar la carretera México-Pachuca.
Antes de ser atropellada por un autobús de pasajeros, Indra deambuló desorientada —y en medio de la noche— por al menos dos colonias contiguas a la carretera.
Tras el golpe, su cadáver quedó recostado en el carril de la extrema derecha de la cinta asfáltica.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Mecsican mafia
Llegó a México. Venía de intercambio a estudiar un par de semestres algunos cursos de literatura. Sus formas exuberantes le granjearon la simpatía de muchos que se acercaban a ella cual mendigos de atención. Tomamos juntos varios cursos. Siempre vestía de negro. Ella era alemana y medía casi dos metros.
Entre clase y clase llegamos a intercambiar palabras, fumamos cigarros sin filtro, y así me enteré un poco de su historia.
Se apellidaba Arnt. Su paso fugaz por México no impidió que su lista de vivencias se alargara ingratamente. Su casa en Puebla fue asaltada por ladrones. En las playas de Cancún fue presa de las “aguas-malas”. Se hizo amante de un escritor español en cuyos divertimentos sexuales figuraba fustigarla con un látigo.
Acabado el semestre dejó Puebla y se mudó al Distrito Federal, donde rentó un departamento cercano a Ciudad Universitaria. Acudía todos los días a una biblioteca de la UNAM para documentar la tesis que presentaría en su natal Alemania sobre grupos guerrilleros del México contemporáneo.
Caminando por los jardines de la UNAM conoció a un traficante de drogas que además vendía libros a los universitarios que gustaban de fumar y leer (en ese orden).
Con él estaba el día que le sacaron el apéndice. Me platicó que días antes había sentido molestias en el bajo vientre, aunque no les prestó demasiada atención. Lo cual fue un error.
El día de la operación acompañaba al traficante en sus operaciones clandestinas, cuando un dolor agudo comenzó a aquejarla. Llegó el punto que la molestia fue tal que empezó a quejarse. Pero él no hizo caso y siguió en lo suyo. El dolor se hizo insoportable y los gritos de desesperación sucedieron a las suplicas para llevarla a un hospital. El pequeño comerciante la llevó con su padre, médico de profesión, quien aconsejó a su joven vástago llevarla cuanto antes a un quirófano, pues según diagnosticó, “el apéndice estaba a punto de estallarle”.
Como sabrás, las enfermedades siendo extranjero suelen complicarse. Y su caso no fue la excepción. La intervención quirúrgica fue un desastre. A la mitad de la operación despertó medianamente anestesiada, lo suficiente para no poder articular, pero no tanto como para no sentir el dolor desgarrador producido por la extracción de un órgano inflamado.
Lo peor vendría después, cuando en su desesperación escuchó a los doctores que la intervenían burlarse de su apellido germánico:
-¿Cómo dices que se llama?
-Arnt
-¿Arnt?
-Sí, Arnt...
Y cual si fueran cuervos emitiendo burlones graznidos, el anestesista comenzó:
- Arrnt-arrnt, Arrnt-arrnt.
Soltaron estrepitosas carcajadas —disimuladas sólo por los cubrebocas—. Fue entonces que el anestesista vio a la paciente despierta. La sedaron más y continuaron su charla, mientras el rostro desencajado de ella progresivamente perdía su rictus de dolor.