viernes, 19 de noviembre de 2010

Thirst, sed de sangre


Entre tanta película vampírica tan chafa, ver el filme coreano Thirst (Sed) resulta como encontrar la aguja en el pajar. Una auténtica película sobre vampiros, donde sí hay sexo y hay muerte, pero sazonadas bajo el fuego lento de la culpa.
 
Sed de sangre” (como la titularon en México) tiene a un piadoso sacerdote católico como personaje principal, el cual al contagiarse de un extraño virus --que a todos aniquila pero que a él  otorga extraña fuerza sobrenatural-- sus sentidos se ven potencializados. Lo cual lo pone en un dilema, pues sus convicciones espirituales siguen incólumes, por lo que el drama en el que se debate cobra mayor intensidad al anteponer su espiritualidad a la parte munda y sensual que cada vez le resulta más difícil resistir. He ahí el verdadero drama de este vampiro.

Además de esta sed de pasiones, el padre Hyun es testigo de una transformación increíble de sus sentidos, volviéndose estos muchos más potentes, al punto que se siente al borde de la locura por todos los detalles que comienza a percibir (la caída de un alfiler produce para él un estruéndo insoportable) .

A la par de todo lo anterior, Hyun se enamora de Tae-ju, una mujer casada, maltratada por su blandengue marido y la familia de éste, quienes no le dan mejor trato que el que podría esperar el más despreciable de los seres vivos.

Tratando de contener toda esta ola de sensualidad que ahoga sus sentidos, Hyun se reprime y se inflinge autocastigos, para evitar así dar rienda suelta a su deseo exacerbado.

Sin embargo, con el contagio del virus, y sus sentidos intoxicados de realidad, el hombre religioso se saca la sotana para llevarse a la cama de los pacientes a su joven amante Tae-ju. Ambos se sumerge en sensaciones desconocidas, un impulso frenético incontrolable por poseerse uno al otro de manera tan amorosa como violenta.

Tras la sexualidad compartida viene la revelación del secreto: Soy vampiro, le dice. Ella lo comprueba y se espanta. Huye. Él la busca hasta reencontrarla. Ella lo acepta y conforme conoce sus poderes más le gusta y quiere ser como él. Pero esto también es una molestia para él, que no está conforme con su situación, se sabe monstruo antinatura, y no quiere arrastrar a nadie hacia sus intempestivas pasiones.

Sin duda Sed de sangre es una cinta que vale mucho la pena ver, al igual que mucho del cine actual coreano, de fina manufactura, tales como Mi poderosa princesa, Historia legendaria de la libido, Simpathy for Mr. Vengeance, Te veo a la salida, entre otras. Habrá que seguirles la pista a los coreanos, particularmente a directores de talento comprobado como Chan- wook Park.

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