Estaban en un club, al aire libre, con mesas bajas rodeadas de plantas, la gente platicando unos con otros, conocidos y desconocidos se mezclaban en lo que pintaba como armónica convivencia. en punto de las 2 am juntos se fuero.
ella traía un vestido corto, una blusa roja y unas botas estilo norteño con dibujos en hilos de colores bordados a los costados.
Hacía años que no se veían. Entraron a su casa; era grande, de estilo antiguo y techos altos, llena de macetas de barro de todos tamaños con flores y plantas.
Un pequeño perro negro y alargado salió a recibirlos.
Pocas cosas habían cambiado, seguía siendo vegetariana .
Sentados en sillas de estilo rústico encendieron cigarrillos y conversaron pausadamente, tranquilos, como si la intimidad nunca se hubiera perdido, como si el tiempo transcurrido formara parte de una pausa, el paréntesis de una relación.
En un momento, ella sale del comedor, él la sigue, se dirige al baño donde ella orina con la puerta abierta, mientras seguían conversando.
En el lugar no había sino una cama; y por ende, a dormir juntos
y tras breves y mustios minutos, besos y caricias tan tímidas como etílicas se sucedieron
hasta apagarse, poco a poco, en el sueño infinito del negro profundo
A la mañana siguiente, hacía mucho calor, el sol entraba por la puerta abierta que daba al patio.
se levantó / preparó café / quiso leer y no pudo / se metió a la regadera y se dio una ducha con agua fría.
al salir preparó más café, ella se levantó, lavó un poco de ropa y después se dio un baño.
había un plan, ir a unas aguas termales, y sin embargo una visita por un negocio retrasó las cosas, sin que ello representara ningún contratiempo, pues entremientras desayunaron frutas, jugo de naranja y fumaron faritos.
y aunque habían intimado ello no se reflejaba en el trato, seguían siendo reservados
las palabras de amor y las caricias habían quedado de lado, en el recuerdo difuso de tiempos pasados.