Con la boca abierta y los brazos extendidos,
con las manos juntas y las palmas hacia arriba,
el tañido de una flauta se pierde entre el llanto
de los niños que resbalan al fondo de un brasero.
Dispuesta a recibir el holocausto
los engulle la estatua de bronce
que se erige entre los hombres.
Es la figura humana con cabeza de becerro,
la que adoran antiguos sacerdotes
prestos a sonar
sus tambores plañideros.
Moloch, cargando el sacrificio.
2 comentarios:
Uy, ahora no se si es mi máquina o lo que has progresado en simbología, jeje pero no entiendo...
Que tal Pachuca?
No pues a lo mejor es tu máquina, jeje...
Los nombres de Saturno y Moloc corresponden a una misma deidad antigua a la cual se le solía tributar niños de brazos, los cuales eran quemados mientras se hacían sonar instrumentos musicales que acallaban los gritos de dolor de los infantes.
Y bueno, lo que intenté fue escribir algo inspirado en los pequeños fallecidos en la guardería subrogada del IMSS en Hermosillo.
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