jueves, 28 de abril de 2011

La Nana (Chile, 2009)

Filme chileno de reciente y cuidada manufactura (con guión y dirección de Sebastián Silva) que aborda la vida cotidiana de una familia de la clase alta, integrada por 3 hijos, el padre, la madre (Pilar), y una criada introvertida de nombre Raquel, que lleva 23 años con ellos y que es “como de la familia”.

La película da muestra de las “interioridades oscuras del hogar” a través de las manías y aficiones de cada uno de los integrantes de la familia, por ejemplo vemos que el padre de familia es un tipo al que le encanta jugar al golf, y aunque no se dice en qué trabaja, lo vemos salir a hurtadillas cargando sus palos de golf que pasar meses trabajando en la construcción de un navío histórico en miniatura.

El segundo hijo de la familia Valdés es un adolescente enamorado de la magia, que pasa horas practicando el adacadabra, aunque cabe mencionar que no es lo único que hace encerrado en su pieza, pues también disfruta de la pornografía y de brindarse placer así mismo, por lo que la nana, paciente, cambia día con día las sábanas de su cama que guardan las marcas de su gusto por el onanismo.

La hija mayor es una jovencita universitaria, que para efectos de la trama aporta cierta tensión por sus desencuentros con la nana, que busca molestarla, a pesar de que lo niega, despertándola en las mañanas pasando la aspiradora muy temprano junto a la puerta de su recámara.

Con el paso del tiempo Raquel ha desarrollado sus propias obsesiones, mismas que se ven truncadas cuando producto de unos desvanecimientos Pilar decide contratar a otra muchacha que ayude a  Raquel en las faenas del hogar. Esta noticia no le caen nada bien, por lo que recelosa de su trabajo se dedica a molestarla mediante infantiles torturas hasta que renuncia, y así sucede con otra empleada, hasta que llega Lucy, una muchacha de provincia que en un momento de catársis logra apaciguar su carácter intempestivo mediante un abrazo, con lo que poco a poco se va formando un vínculo de amistad que saca a Raquel de su pasiva depresión. Finalmente creo que la película muestra que en ocasiones un abrazo alivia más el alma que decenas de horas con una terapeuta. Un mensaje humano para estos tiempos de odios acompañado de una estupenda producción. Enhorabuena.

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