Lo voy a escribir antes de que se me olvide
Pues nada, que estaba en una fiesta tipo infantil, había una alberca y los niños con sus padres disfrutaban la tarde.
Yo me encontraba en un estudio con un tipo que practicamente no hablaba, pero cuando abrió la boca fue para despotricar profusamente sobre el cabezal de un periódico; decía que cómo era posible que a alguien se le hubiera ocurrido usar una tipografía con grecas encima de un fondo con... grecas...
Furioso, el fulano se levanta y sale rumbo a la alberca, donde empezó a armar pleito. Yo lo seguí con la vista y vi cómo arrojó un líquido hirviente sobre algunos de los infantes que retozaban en el agua.
Los padres, conmocionados, corren a atender las heridas de sus hijos, que entre copiosos llantos gritan su dolor.
El culpable, apresurado, toma sus cosas y sale huyendo, mientras tanto, yo me le adelanto para abrirle la puerta principal de la casa para que puda salir sin contratiempos.
En el lugar había una jauría de perros sucios y salvajes; también estaba ahí otro niño, un tanto obeso, que a su paso junto a mí me da un codazo, que yo, por supuesto le regresé
Pinche escuincle, me dije mí mismo.
Después, en mi camino hacia el exterior de la casa, pasaba junto a los papás del niño al que le había pegado. Recuerdo que el padre tenía cierto parecido con el "señor Carlos", al cual antaño, antes de divorciarse de mi tía, yo le decía tío, pero que luego el resto de la familia, en un brote de ñoñez, nos prohibieron decirle así.
En fin, llegado a la calle me subía a un coche ya para irme de ahí, pero varios tipos se acercaron para pedirme un aventón, y pronto el coche se saturó al punto que no podía ni manejar, así que molesto los mandé a todos a la verga, les decía que se bajaran, y por fin, solo, me sentí aliviado.
Todo lo anterior fue lo que soñé poco antes de despertarme a las 7 de la mañana.
Sé que eran las 7 porque tomé mi celular de la mesita de latón y cristal que tengo junto a mi cama para ver la hora.
Creí que todavía era de noche porque la oscuridad lo cubría todo con su manto.
Sin embargo el trinar de los pájaros se escuchaba fuerte.
Con sed me levanté de la cama, fui al refrigerador, saqué una leche sabor chocolate (que me costó trabajo abrir), y tras beberla pausadamente me recosté y volví a dormir.