viernes, 25 de septiembre de 2009

Fragmentos de una lógica inconclusa

Feliz año 5 mil y tantos...

En casa de M y R se hospedaba N. Llegó de Israel a pasar una vacaciones mientras su marido pizcaba marihuana en los campos de cultivo de California. Yo los vi el viernes en una cena. Ahí estaban varios conocidos celebrando el año nuevo judio. La comida estaba exquisita (como siempre) y había muchos postres.

Había también una sueca de ascendencia coreana igualmente exquisita. Tenía los labios morados por tomar vino tinto. R me dijo que el vino kosher por lo regular era muy malo, pero que eso no importaba tanto porque los judios no eran borrachos, aunque había que ver la (es)cena para no creerle.

Como N llevaba ya algunos días quedándose en casa de M y R, le tocaba ver los conflictos de pareja de estos dos. Y yo pensaba: que incómodo debe ser para todos. No hay nada como discutir al calor de la intimidad, alejado de las visitas.

Mi amigo E. debía llegar al otro día a casa de M y R, con los que compartimos cierta amistad. Se suponía que ahí con ellos debíamos departir. E. había llegado de Francia unos días antes para asistir a la boda de su hermana, pero a nuestra reunión no llegó, y yo, cansado de esperar, me fui.

En ese momento me vino a la mente S., a quien había dejado plantada una noche antes. Una de cal por las que van de arena, ni modo, ni te quejes, me dije.

Al salir de ahí me sentí aliviado de enfilar el rumbo hacia mi casa.

Durante el camino pensé en el lado patético de las relaciones humanas y en el nudo de contradicciones que representa mi naturaleza.

Me resulta incómodo estar con la gente y desolador apartarme de ella.

Post Data: Esa noche, en llegando a mi casa vi el excelente western australiano The Proposition, en donde escuché la mejor definición de misántropo: Un cretino que aborrece a otros cretinos. Esa estuvo de diez.

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