Me paro a contemplar la exquisita flor
me pregunto
si me quiere o no me quiere
mientras rosados pezones
acarician
las puntas de mis dedos.
Al oriente, Círculo de estacas. Pentagrama de fuego al sur.
Estrella de cinco puntas abajo. Al norte, Monolito de huesos.
Cruz de luz al centro. Arriba, Báculo de piedra.
Polígono de sombras al poniente. Alrededor, Maleza gris.
Obelisco carnal de cerca. Encima, Pirámide de humo.
Enfrente, Árbol negro. Libro blanco a lado.
Atrás, Huevo de serpiente. Enseguida, Triangulo solar.
Sobre el horizonte ruge, el cachorro del León.
En su ángulo tangencial las Esferas se alinean.
Cuando el Trono lunar se erige, el gran Ojo parpadea.
Ahora, el Dragón pliega sus alas.
Junto a él, un Príncipe estremece su Espada y taja el tallo de la Rosa.
Antes, una Fuente dolorosa, ha brotado de su alma Virgen.
El verdadero poder del Verbo se conjuga aquí.
Después, glorificaras sus barbas caprinas.
A espaldas del Río de Sangre, de rodillas en el altar de las Vísceras.
Como siempre en el Valle de las Sombras.
Por Internet circula material diverso en torno al virus de influenza A-H1N1, desde los llamados a extremar precauciones, pasando por las teorías sospechosistas que en todo miran un complot, hasta llegar a los chistes más desenfadados que hacen mella de la situación que puso en jaque a la economía del país.
Ejemplos hay muchos.
Quizá es a través de los chistes como inconsciente aflora la idiosincracia del mexicano, irreverente y burlón aun en las peores catástrofes.