Tengo una amiga que se jacta de sus dotes antisociales, de hecho, irónicamente comenzamos a socializar a partir de compartir acerca de nuestra dificultad para convivir o interactuar con otros individuos.
Pasa el tiempo, y sigo esforzándome por sacudirme esos viejos moldes.
El suicidio social como concepto, como forma de vida de quien metido en su ostracismo decide evitar lo más posible la interacción con sus semejantes.
Yo he vivido así, alejado, hermitaño, resentido.
Puedo decir que actualmente disfruto pasar tiempo con ciertos grupos, por ejemplo, ahora que me mudé de ciudad llegué a un club de squash en donde he conocido geólogos, dentistas (muchos dentistas), abogados, estudiantes, chicas guapas, empleados bancarios, e incluso ya hay gente con la que tengo cierto trato amistoso.
Otro núcleo que me provee de múltiples fuentes de interacción es mi grupo de NA. Qué feliz soy cuando escucho a esa parva de tronados hablar de su diario vivir.
Sin embargo, hoy día hay dos sitios donde no puedo, soy impotente, me cuesta mucho trabajo sobrellevar mis relaciones personales. Con esto no quiero decir que me lleve mal con nadie, pero tampoco lo contrario.
A veces un tono de voz, la forma de unas piernas, o el entramado mental del otro, resultan elementos suficientes para generar mi desprecio.
PD: Estos dos ámbitos de los que hablaba son el laboral y el amoroso. Hasta la fecha, en ninguno de los dos he durado mucho tiempo. ¿Por qué será?
Y eso que he tenido "buenos" trabajos y buenas novias, y en ambos casos, yo solito me he saboteado.
