Caminaba a paso apresurado, llegó a la capilla y vio en las dos cupulas a dos cristos volteados de cabeza.
No, no era maleficio satánico, era el paso del tiempo, entre ruinas y monticulos de escombro acumulados con el transcurrir de los años.
Un niño con la ropa tiznada, descansa despreocupado sobre las piedras, no teme a los alacranes o desconoce su existencia.
Dónde está el curita, se preguntaba.
Mutis
-Llamen al portero o al encargado del lugar , que alguien repare el desperfecto, terminó por pedir, mientras agoviado veía al cristo de cabeza.