Y que el estado social que guarda el país me parece que es el reflejo del encumbramiento de ciertos valores; la satisfacción apresurada de los placeres y el dinero fácil no son sino dos refracciones contrarias al esfuerzo.
Hoy día, vivir en México requiere de convertirse en un atleta espiritual o en un truhán.
Hoy mi decisión es crecer a partir del rico dolor que implica hacer lo que crees correcto, que no siempre es lo más fácil ni lo más placentero.
Que conste que no soy participe de complicarme la vida ni del dolor, por el contrario, lo sencillo es mejor. Pero ya no me quiero ir con la finta del oropel ni cambiar oro por espejos.
Hoy día me considero afortunado; respiro, siento y soy libre de elegir y corregir.
Maravillosa cosa es la vida.
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